Sexo antes

Si hay algo sobre lo que nadie puede dudar en la actualidad es que el modo de practicar sexo no tiene nada que ver en 2015 que hace treinta años. No hay que irse mucho más lejos para percatarse que en España, y en muchas otras zonas del mundo.

No hace ninguna falta irnos cientos de años atrás, donde griegos, romanos o egipcios sí realizaban ritos y prácticas que nos chocarían muchísimo hoy: desde el sexo después de la muerte de los egipcios hasta la gran popularidad de las prácticas anales en los ciudadanos de Grecia y Roma o la falta de besos entre esposos; en nuestro país todo ha cambiado mucho también, y vamos a ver los tres puntos básicos que lo ejemplifican, ¿de acuerdo?

#1 Sexo antes del matrimonio

Quizá aquella que más choca entre nuestra generación y la de nuestros abuelos; la visión radicalmente opuesta entre el sexo como algo saludable, bueno y natural y algo que debía limitarse a los esposos. La represión social de España durante décadas nos ha llevado a ser uno de los países con mayor libertad sexual del mundo. No hay mal que por bien no venga, ¿no? Bueno quizá todo era eso de recuperar el tiempo perdido…

#2 Homosexualidad

Los gays y las lesbianas lo han tenido mal en todas partes durante muchos siglos; el cristianismo y el protestantismo (igual que otras tantas religiones) han mantenido un peso muy fuerte durante cientos de años, lo que provocó que hasta finales de los años sesenta los primeros países occidentales no empezasen a modificar su legislación y a ser socialmente más permisivos.

Hoy, en España tenemos la suerte de ser uno de los países que mejor ha integrado otras sexualidades (desde la homosexualidad al resto de sexualidades alternativas), mientras Rusia y otros países del este de Europa parece que todavía tienen mucho que aprender en cuestiones de libertad sexual.

#3 Nuevas prácticas sexuales

Y por encima de todo están las nuevas prácticas, ¿o no? Quizá ha sido Internet, quizá ha sido la posibilidad de hablar de estos temas sin tabús… Sea como sea, hemos pasado del misionero a todo un Kama Sutra que nos encanta practicar con nuestras parejas, con follamigos y follamigas o con quien nos apetezca ese día con las debidas precauciones frente a las ETS: otra gran lucha que, poco a poco, hemos conseguido empezar a vencer.

Aunque aún quedan grabadas en nuestros ojos las imágenes de las noches luminosas del fin del año 2012, cuando con alarde pirotecnia vimos bellísimos espectáculos en el cielo del mundo.

Los fuegos artificiales de la Navidad, vísperas del Año Nuevo, los Juegos Olímpicos en Londres y de otras competencias deportivas del 2012, se suman a los de las grandes Ferias Comerciales, de las festividades locales, y de cualquier otro evento, que la historia los recoge como momentos únicos que siempre se recordarán, entre otras cosas, por su fiesta de pirotecnia.

Pero recordemos también otros de la historia, ya lejanos y no menos impresionantes según los cronistas: La asunción del Papa en el año 1410, en la capital de Italia; la visita del rey Carlos V a la ciudad alemana de Múnich, en 1530;  los festejos en Londres en el año 1814 por la derrota de Napoleón; y  la coronación del Zar Alejandro II en Rusia, en el año 1856.

En el nuevo siglo, el mundo entero recuerda la imagen que mostró la gran Torre Eiffel de París, cuando lanzó por todos sus costados una fabulosa lluvia de fuegos artificiales, en la hora que entrábamos en el siglo XXI.

El invento de la herramienta diferenció definitivamente al hombre del resto del resto de las especies animales. Gradualmente, los pueblos primitivos desarrollaron el empleo de herramientas.

La humanidad descubrió la obtención del fuego y al poder asar los alimentos, crearon gran variedad de herramientas para cazar animales salvajes. Cuando empezaron a cultivar plantas necesitaron otra serie de utensilios. Así, hasta nuestros días, inseparables con el progreso del hombre: las herramientas.

Según las necesidades que se fueron presentando frente a los humanos, utilizaron guijarros para cortar la carne y quebrar los huesos mondos para sorber el tuétano. Luego fueron quitando, a golpes, lascas de los bordes de las piedras para sacarles filo y cortasen mejor.

Hace unos cuantos millones de años, al sílex o pedernal se le daba forma de hachas o puntas de flechas. A estas hachas se les untaba con resina para fijar la piedra a una ranura practicada en la madera y luego era amarrada para darle mayor durabilidad. Los huesos eran usados como mazas o martillos.

El nombre de César ha quedado para la historia, entre otras cosas, como símbolo de poder: un César, todo lo puede. Y esta pequeña historia es solo una de las muchas que lo ejemplifican.

Los romanos, en los comienzos de su poderío, no eran dados a la navegación, hasta que no les quedó más remedio que aprender de sus grandes enemigos, los cartagineses, quienes sí eran muy hábiles en esta empresa. Y bien que aprendieron, pues se embullaron y superaron a sus rivales.

Así llegamos al Imperio Romano con Julio César. Tanto poder tenía este emperador, que ” ordenaba llenar un espacio de tierra cercano a Roma con las aguas del río Tíber” para complacer su deseo. Es que a Julio César le encantaban las batallas navales, y por eso, mandó a ampliar el Campo de Marte, ese lugar donde se convocaban a los ejércitos, para inundarlo después a fin de celebrar en ellas un combate. A este emperador se le considera el creador de la naumaquia con fines deportivos.

Y este hecho sucedió  hace más de 20 siglos,¡ increíble…!