El nombre de César ha quedado para la historia, entre otras cosas, como símbolo de poder: un César, todo lo puede. Y esta pequeña historia es solo una de las muchas que lo ejemplifican.

Los romanos, en los comienzos de su poderío, no eran dados a la navegación, hasta que no les quedó más remedio que aprender de sus grandes enemigos, los cartagineses, quienes sí eran muy hábiles en esta empresa. Y bien que aprendieron, pues se embullaron y superaron a sus rivales.

Así llegamos al Imperio Romano con Julio César. Tanto poder tenía este emperador, que ” ordenaba llenar un espacio de tierra cercano a Roma con las aguas del río Tíber” para complacer su deseo. Es que a Julio César le encantaban las batallas navales, y por eso, mandó a ampliar el Campo de Marte, ese lugar donde se convocaban a los ejércitos, para inundarlo después a fin de celebrar en ellas un combate. A este emperador se le considera el creador de la naumaquia con fines deportivos.

Y este hecho sucedió  hace más de 20 siglos,¡ increíble…!

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