Tenemos mucha de vivir la era de internet, porque, más que todo, conseguimos contactar con la pareja que queremos sin necesidad de salir del armario. Sí, ya sé que muchos famosos y famosas lo han hecho y les aplauden, pero no es el caso de los normales como tú y como yo.
Cuando estás casado, tienes hijos divertidos con muchos amigos, compartes con familias de vecinos y tienes un trabajo que mantiene patrones éticos, no es posible decir tan fácil, a la hora de la cena, “estoy enamorado de otro hombre”. Estas palabras son una bomba, y de las más destructivas.
Por suerte, existe una solución muy práctica, asequible a todos y además, económica y saludable. Las páginas de contacto para gays resuelven rápidamente lo que es un problema para muchos.
Las posibilidades de ligar una pareja gay por internet son infinitas, además, aseguran el anonimato al máximo. ¿Quién me asegura de que Felipón, uno de los chicos guapísimos que encontré en los perfiles, no es mi vecino? Bien, si él acude a estas webs de citas está en lo mismo que yo, vale, pero nadie sabe si el muy cabrón un día se irá de lengua, y como los precavidos son los que triunfan, me uno a ellos: anonimato total, hasta que ya no pueda más y quiera acostarme con él.
Con las webs de citas también podemos hacer vídeos conferencias ocultando nuestro rostro, enseñando solamente el cuerpo y resulta fabuloso, es un morbo irresistible que comparto con mis parejas, el gustazo lo tengo garantizado. Mientras mi mujer duerme recordando su telenovela del día, sus galanes y sus besos apasionados, (qué conste, me reprocha siempre el no ser así con ella), yo disfruto lo mío y los dos vamos felices por el mundo.
Se nota que vamos por buen camino si queremos ser reservados: aseguramos la familia, los vecinos, el trabajo, mis hijos no me reprochan y todos felices. Soy gay, sí, pero no lo manifiesto, soy feliz en mi página de contactos, disfruto con mis parejas, el juego prohibido de los mensajes por la webs me fascinan y me mantienen activo, alegre y sexualmente realizado.