Se suele pensar que los hombres siempre están dispuestos, que tienen un alto deseo sexual de manera permanente. Por el contrario, las mujeres suelen ser acusadas de tener un bajo deseo sexual y no facilitar los encuentros sexuales en ningún caso. Por supuesto, es bien sabido que esto no va unido al sexo sino a personas en particular, aunque los estereotipos siguen estando ahí. Sin embargo, recientemente se empieza a ver una tendencia a la inversa de lo que siempre se ha creído: los hombres tienen un bajo deseo sexual. Pero, ¿es esto posible?

Antes que nada, hay que tener en cuenta que algunos factores externos pueden afectar al deseo sexual y, en estos casos, el bajo deseo sexual poco o nada tendría que ver con la voluntad de la persona. Esto puede ocurrir tomando ciertos medicamentos, abusando de ellos, en estados de depresión u otras condiciones médicas. Además, es habitual que disminuya el deseo sexual a partir de los 50 años a causa de una bajada en la testosterona. En casos de disfunción eréctil también puede ir asociada una disminución del deseo sexual, siendo algo más psicológico que físico.

Pero hablamos de hombres sanos, jóvenes y que tienen un deseo sexual más bajo que el de sus parejas. ¿Por qué puede estar ocurriendo esto? Los estudios apuntan a hombres de entre 30 y 40 años de edad, que no tienen ninguna condición médica que disminuya su deseo sexual y que, sin motivo aparente, buscan cada vez menos a sus parejas para tener sexo y disfrutar de su sexualidad. No es un tema que salga a conversación en el ámbito social, pues la mayoría de hombres temen ver perjudicada su imagen y su “masculinidad”. Sin embargo, de hablarse más del tema tal vez sería más sencillo encontrar la causa y el origen de esta situación que estamos viviendo.

Los profesionales del tema hacen diferentes recomendaciones para los hombres que se encuentren en situación de sentir un bajo deseo sexual, siendo la primera de ellas descartar un problema médico.

– Análisis de los niveles hormonales para descartar desajustes.
– Adquirir hábitos de alimentación saludable (dando prioridad a frutas y verduras).
– Practicar ejercicio o deporte de algún tipo varias veces a la semana.
– Reducir el nivel de estrés en la vida cotidiana.
– Llevar a cabo prácticas sexuales tántricas, dando prioridad a las caricias, los besos y las sensaciones, sin prisa y sin el objetivo de conseguir la penetración y/o el orgasmo.

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