Una buena observadora siempre tiene los ojos abiertos, evitando la monotonía. Hay que estar atenta a ciertas señales, ocupando largos tiempos juntos, haciendo lo que les agrada para sentir la necesidad de amarse.

Puede que tengas algunas sensaciones preocupantes, como que el sexo comienza a decaer, y te das cuenta que ya no se buscan tanto. Además ya no se interactúa con cariños y mimos que no siempre llevan al acto sexual, pero igualmente son deliciosos.

Otras señales son los enfados sin razón, o la presencia continua de amigos para pasarla bien, porque ya solos no son capaces de tener una buena velada. La costumbre de salir con otras parejas se hace cotidiana.

Ante estas manifestaciones u otras, es recomendable corregir el rumbo, antes de que sea demasiado tarde. Lo primero es darse cuenta de lo que está sucediendo, evitando caer en la trampa de echarle la culpa al otro, sino que repartirla a partes iguales. Conversar y correr en busca de una solución es lo más inteligente para hacer.

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