Sin palabras, sin necesidad de hablar la misma lengua, las caricias trasmiten a las parejas un lenguaje que puede ir desde el afecto hasta el deseo sexual siempre que se acompañen con el mejor deseo de trasmitir esos sentimientos.

Las caricias no siempre tiene que ser sexuales, aunque hay quien lo piense. La soledad y la depresión por falta de afecto las anulan de inmediato cuando un leve contacto con nosotros nos indica que hay alguien interesado en ofrecernos cariño, o deseo, que también es posible.

La supervivencia de los humanos es solo posible lograrla de manera eficaz cuando hay lazos afectivos con otros, y tanto psicólogos, como terapeutas están convencidos de su poder para lograr calidad de vida.

Los niños que han tenido una infancia feliz son los que han sido mimados, y los ancianos que superan las barreras de la edad son aquellos que sus familiares les trasmiten ternura y son capaces de hacerles ver que los quieren con solo una caricia.

De la misma manera, la pareja que basa su relación en caricias, es capaz de mantener por más tiempo el sentimiento de amor, respeto y comprensión que se requiere en este tipo de relaciones.

 

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