Aunque tal vez la palabra no te suene, todos sabemos muy bien lo que es el sexo vainilla. Se trata del término que se utiliza en la cultura BDSM para describir el sexo más convencional. Es decir, hacer el misionero en la cama y de la manera más rápida posible para llegar al orgasmo. Lo que se podría definir como el sexo más básico y simple entre una pareja heterosexual. ¿Tiene algo de malo el sexo vainilla? Desde luego que no, pero haciendo referencia a la metáfora que da lugar a este término: ¿por qué elegir vainilla con la gran variedad de sabores que hay en el mercado?
Existen infinidad de posturas, muchas de ellas sencillas de llevar a cabo (perrito, cowboy, cowboy invertida, cucharita…), de igual manera que existen diferentes sitios de la casa o de fuera de la casa donde se puede practicar sexo bastante cómodamente (mesa del comedor, sofá, encimera de la cocina, el coche…) y juegos sencillos y divertidos (roles, juguetes sexuales, vendas…). ¿Por qué no probarlo todo antes de decidir que preferimos el sexo vainilla antes que cualquier otra cosa?
Está claro que para un primer encuentro sexual el sexo vainilla puede ser el más conveniente, pues la novedad ya aporta gran emoción y es más sencillo que ambos disfruten haciendo prácticas convencionales. Sin embargo, cuando ya se lleva un tiempo en la relación o se tienen ansias por probar cosas nuevas, ¿cómo vamos a olvidarnos del gran abanico de posibilidades que ofrece el sexo? Simplemente cambiando la postura y el escenario, la situación cambia radicalmente y deja de ser sexo vainilla y aburrido.
Y es que no hay nada para reavivar la chispa de la pasión como introducir pequeños o grandes cambios en la rutina sexual. Por eso, si estás en esta situación, te recomendamos que no caigas en el sexo vainilla y le des cada día una oportunidad a algo nuevo. Aquí mismo encontrarás gran cantidad de artículos con ideas innovadoras para subir la temperatura en la relación. Como ejemplos: abrir las ventanas, tapar los ojos con vendas, incluir un vibrador en los juegos, caracterizarse como un personaje sexy, pasar la acción a la silla, dejar de lado el coito a favor de otras prácticas… Hasta que no lo hayas probado todo, ¡no podrás saber qué es lo que más te gusta!