En una relación de pareja debemos ir paso a paso. Si desde el primer encuentro, hacemos todo lo que queremos, estamos condenados al fracaso. ¿Por qué? La respuesta es sencilla, lo que hace que perdure el deseo es lo nuevo por explorar.
Los sexólogos así lo afirman y tienen razón, ¿quién no ha temblado con un roce de cuerpos, de manos, una mano en la cintura delicadamente solo unos segundos, una sensación que nos deja días y días de placer solo al recordarlo? La próxima vez, queremos eso, y un poco más, hasta que vaya “in crescendo” el roce del cuerpo a cuerpo. Pasadas varias etapas, es que llega el momento del masaje erótico.
Es lógico que nuestra dermis necesita de ese contacto y nuestros deseos también. Para que ambos vayan juntos, es preciso ir poco a poco hasta llegar al punto mas álgido del contacto, ese que ya no puede esperar más, el que provoca una conexión eléctrica de altos kilovatios en un cuerpo que ya hemos rozado desnudos pero no por eso, hemos experimentado al límite.
Los masajes son estupendos cuando se realizan con delicadeza y teniendo presente las zonas más erógenas. Aunque tu chico quiera ir desde el principio a la parte de los genitales, no te dejes llevar por ese impulso y trata, lo mismo si los das tú o los recibes, que se vayan incrementado los deslices de sus manos por las partes pequeñas del cuerpo, como cuello, cintura, caderas y llegar a los senos o la parte de la pelvis solo después de un placer que va subiendo la temperatura.
Estos masajes pueden ir incrementando por días el pacer según las partes del cuerpo que se elija, los aceites conque se auxilien las manos, la presencia de factores que van desde frutas colocadas estratégicamente, hasta sedas que se dejan caer en la parte protagonistadel masaje. Todo está libre a la imaginación.