A los hombres, y me refiero sobre todo al sexo masculino, les encantan las cosas bien picantes en el sexo. Para ellos, no hay nada  más erótico que practicar sexo en un lugar público y que les puedan ver, da igual quien sea.

Hay algunos que prefieren ir a las zonas rurales y tener sexo con su chica, su chico o simplemente masturbarse, delante de un animal, que puede ser un perro o un caballo, se siente poseído por una sensación irresistible de morbo porque hay algún ojo mirando, solo eso ya los pone a gozar.

Si se preguntan por qué al hombre le suele encantar esta posibilidad, es  porque sabe que el riesgo de ser vistos alimenta la sensualidad del momento. Lo saben bien, es la sensación de peligro que sube los niveles hormonales y facilita la lujuria, porque es un amante de lo prohibido e intenta transmitir a la mujer, de manera sutil, esas ganas por probar el sexo en los sitios más comunes, sobre todo, los que son prohibidos por la mayoría pero que haya quien mire.

Fuego de vida
Fuego de vida

El lugar para practicar sexo puede ser cualquiera, mientras más posibilidades haya de que lo vean, mejor. Algunos chicos, que son celosos incluso con sus chicas, prefieren tener sexo con la ventana abierta de su piso para que un vecino o varios le vea, y con eso no quiere decir que compartan su pareja, solo que les excita más ser vistos. Quizás, cuando ella vaya a salir a la calle, le pida que se tape algo más el escote, pero mientras está con él, todo lo permite.

 Hay muchos lugares que pueden prestarse a esta práctica, pero lo ideal es que cada uno deje aflorar sus fantasías. Experimentar es una de las mejores cosas del sexo.

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