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Bisexualidad adolescente

¿Sabías que los últimos estudios sobre sexualidad han confirmado que esta se determina durante la adolescencia? Así, es muy habitual que entre los doce y los diecisiete o dieciocho años los más jóvenes empiecen a descubrir su verdadera atracción por uno u el otro sexo y, muy a menudo, por ambos.

Este mismo periodo, que puede alargarse hasta la universidad, también es el momento donde todas aquellas personas que mantienen una primera sexualidad empiezan a probar con personas de su mismo sexo. En EE. UU., por ejemplo, 10 de cada 100 adolescentes han mantenido relaciones homosexuales y/o bisexuales, lo que indica que las cifras son notablemente altas.

La realidad es que, hoy día, una mayor aceptación entre la sociedad y más presencia de la homosexualidad y las sexualidades en los medios hacen que los más jóvenes no sientan el mismo rechazo que hace veinte, treinta o cincuenta años atrás, lo que permite una mayor experimentación en esos momentos más cruciales de nuestras vidas.

Varios sexólogos españoles han llegado a afirmar que en ambientes liberales en materia sexual, como el que hemos conseguido crear en España, la bisexualidad siga siendo más aceptada que la homosexualidad en un primer momento con esa idea positiva de flexibilidad.

De cualquier modo, hablamos de una época de nuestras vidas en la que experimentar tampoco supone tener que salir del armario y que, consciente o inconscientemente, sabemos que no determina nuestras relaciones a medio y largo plazo. Al contrario, ser heterosexual, homosexual o bisexual no puede entenderse como un punto de no retorno (y mucho menos durante los primeros años de vida), sino como un periodo de tiempo en el que desde la infancia hasta finales de la adolescencia e incluso inicios de la edad adulta se compone la verdadera sexualidad.

Por todo ello, no deberíamos sorprendernos que con una mayor aceptación, las relaciones bisexuales y homosexuales durante la adolescencia siguiesen aumentando. ¿O no recuerdas aquello que nos explicaban en el colegio de que, según Freud, todos nacemos bisexuales? Nos tomemos en serio o no esto (la verdad es que tampoco hay pruebas contundentes sobre el tema), lo que sí es cierto es que ser bisexual no solo consiste en sentirse atraídos tanto por chicos y chicas, sino también en poder sentir amor por los dos sexos o sentir una pertenencia de grupo, factores que están muy relacionados con la cultura, la educación sexual y la libertad de la que cada uno de nosotros dispone.

¿Y tú qué opinas? ¿Crees que es mejor tener relaciones bisexuales directamente o esperar a tener una opinión más clara sobre el tema cuando las hormonas no están disparadas?

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Aunque también son practicadas por personas adultas y hasta por algunos mayores, nadie duda que ser joven equivale a vivir experiencias fuertes y dejarse arrastrar por todo lo que permita el disfrute. Si hay una dosis grande de riesgos, mayor es la atracción.

En el sexo también se viven estas sensaciones. Si eres joven y aún no te has atrevido, es hora de que lo hagas para no perderte las sensaciones de morbo y placer que tus amigas cuentan.

  • Amigos con derecho a roce. No hay barrera entre la amistad y el sexo cuando solo sea por disfrutar de un placer divertido. Según algunos experimentados en esta práctica, se disfruta mucho la relación sexual con un amigo/a siempre que solo sea hasta ese punto, placer, y nunca se involucren en sentimientos más fuertes como el amor o el capricho.
  • Setix. Una persona que conoces hace solo una hora despierta una curiosidad difícil de controlar. El enganche queda sellado a los pocos minutos, se miran y se gustan, conversan, bailan, beben pero se sabe cómo va a terminar  el encuentro. Escaparte a cualquier sitio más privado para terminar con sexo ese encuentro, puede ser el mejor recuerdo sexual que grabes en tu vida. Los minutos previos son una explosión de adrenalina, el coito se encarga de que estalle la bomba sexual.
  • Sexo con adultos. Por mucho tiempo el sexo entre un hombre adulto con una chica joven fue muy común, y que queden atrapadas en las redes de un hombre experimentado ha valido para demostrar que vale la pena disfrutarla. Ahora la tendencia se traslada a los chicos, la búsqueda de una mujer para el sexo desplaza en muchos casos a las chicas en la búsqueda de parejas. El morbo se completa y llega a extremos excitantes si esa mujer es la madre de un amigo, la vecina, y hasta la profe. Pero, ¡cuidado!, si la profe aún lo es, esa situación tiene carga penal, mejor busca aquella que te tenía colgado años anteriores.

Uno de los grandes conflictos que sufren hoy miles de jóvenes, radica en cómo salir del armario sin que sus amistades, familia o compañeros no se manifiesten en su contra.

Los que así se encuentran están en una situación de riesgo social, y se han percatado de que necesitan insertarse entre todos sin inhibiciones pero tienen sus dudas de cómo serán aceptados, y por supuesto, tienen razón. Aún la humanidad no se  ha quitado la venda de los ojos sobre la homosexualidad y la convivencia con parejas gays.

Ante esta pregunta, hay muchas respuestas. Una está clara, manifestarse sin miedos y que los demás lo admitan o no, no será su problema. Hay otro modo, que es ir dejando caer poco a poco sus inclinaciones. El primero, exige valentía y mucha determinación. El segundo, a pesar de mostrarse más cauteloso, también necesita mucha valentía. ¿Por qué? Es sencillo, porque una vez que los demás de su entorno familiar o social descubran sus sentimientos homosexuales, tratarán por todos los medios de  censurar y evitar esta conducta, si es que no la aprueban. Se necesitará, como ya he mencionado, mucho aplomo para enfrentar a los enemigos de la homosexualidad.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de salir del armario? El consejo está claro: decir de una vez lo que siente o manifestarse como tal, las decisiones a medias nunca serán buenas y exigirán un esfuerzo mayor para que sea aceptado.

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Las adicciones se suelen relacionar con tres hechos fundamentales: beber, fumar e ingerir drogas, pero lucir cuerpazo también  nos lleva a una muy dañina  y a la que no solemos darle la importancia que requieren.

La vigorexia se denomina a la preocupación enfermiza por la figura y por el tono muscular. Todo el que la padece siente que su cuerpo está muy lejos de ser de su aceptación, y trata de mejorarlo a su gusto con la práctica obsesiva de ejercicios. Pero, lejos de ser recompensado por una buena salud, muchas veces acaban teniendo problemas musculares, óseos o problemas en las articulaciones, y ya no hay remedio para continuar sanamente.

Este padecimiento está muy de moda en los chicos, pues cuerpos y torsos de los deportistas o actores del cine y la televisión sirven como modelo a imitar, solo que la carencia de un buen entrenador es el que conlleva a estos padecimientos.

A pesar de los problemas que les pueden presentar, es muy usual ver a jóvenes enganchados a estos ejercicios, pues por supuesto, los cuerpos de los jóvenes en las playas son el dulce de las chicas en esta temporada que nos acerca cada vez más al verano, donde lucir cuerpazo es la meta de muchos.

Los hombres de entre 18 y 35 años de edad se suman cada vez a esta adicción, lo que no quiere decir que las chicas no se inclinen también a esta práctica.

Sus principales problemas están en el entrenamiento descontrolado y en continuar practicando aún cuando hay señales visibles de una lesión.