Las escorts, como cualquier otra persona, necesitan sentirse queridas. Lejos de ejercer su trabajo como profesionales del sexo, también buscan el amor y el calor de un hombre que las cuide y proteja. Tienen días mejores y otros no tan buenos, y necesitan compartirlos con quienes no las miren con prejuicios. Pero en ocasiones, la experiencia de amar se complica porque pueden ser reconocidas o porque no saben cómo actuar frente alguien que vaya más allá de besar su cuerpo.

Para desnudar su alma y relacionarse con gente nueva, muchas de ellas recurren a páginas de contacto en las que interactúan con otros usuarios de forma anónima. Aquí se muestran tal como son, hablan de sus gustos e intereses, e incluso de sexo, pero en segundo plano. Algunas incluso, suben imágenes de ellas y rompen la barrera del miedo a ser descubiertas. Sienten que a través de un ordenador todo es distinto porque hay una distancia de por medio que las protege.

¿Pero qué ocurre si entablan una relación online? Después de cruzar correos repletos de poemas y cartas de amor, o incluso con llamadas telefónicas de por medio, la relación se afianza. Empieza a surgir los sentimientos y la necesidad de verse en persona. Llegados a este punto, algunas escorts optan por zanjar la relación pues el miedo las invade, otras en cambio se lanzan al mundo de lo real.

Pongamos como ejemplo la experiencia de Vanessa (su pseudónimo en este relato). Esta chica, de 24 años, lleva trabajando como escort más de cinco años. Se inició en este mundo por pura decisión propia. Hace unos meses decidió que quería buscar pareja porque se sentía sola. Buscó y buscó por Internet hasta que encontró la página de contactos Fuego de Vida, con la que se sintió más identificada.

Aquí conoció a Pedro, un hombre de 36 años que también buscaba lo mismo que ella. La afinidad surgió casi de inmediato. No hizo falta ningún test de compatibilidad como se realizan en otras webs de citas. Fueron las palabras y lo que con ellas transmitían, lo que les unió. El día que quedaron para conocerse, ella quiso impresionarle con lo que mejor se le daba. Se puso unos encajes muy seductores y se llevó un disfraz de fiera por si la cita se alargaba.

Cuando él la vio, pensó que esa mujer tenía los ojos más eróticos que jamás había visto, una mirada de ella, hacía que su cuerpo se estremeciera. Sintió correr sus venas y con mucha delicadeza la besó. Vanessa sintió, por primera vez en mucho tiempo, deseos carnales hacia una persona. Hasta ahora el sexo se había convertido en algo automático para ella.

Entonces le propuso ir a su piso. Allí una ola de pasión embravecida, más allá de la lujuria, los envolvió. Después de varias horas de caricias y respiración descontrolada, vinieron las confesiones. Vanessa decidió hablarle de su  trabajo y de lo que para ella significaba. Pedro, a pesar de estar muy sorprendido, la abrazó y le dijo que la respetaba y que quería seguir viéndola.

Después de varios meses saliendo, Pedro rompió con ella porque no soportaba que viese a otros hombres. Fue duro aceptar esta decisión, pero la joven escort no se sintió mal porque durante esos meses encontró el calor y el aliento que necesitaba para seguir con su vida.

1 COMMENT

  1. bonita historia. Claro que una escort se puede enamorar y no siempre estar dispuesta a hacer todo lo que diga un hombre. Hay mujeres que se dedican a esto y saben cómo mantener alejada una cosa de la otra. Tú tuviste suerte porque yo he conocido a otras que nunca salen de su trabajo y hablar con ellas es como hablar con la pared. No razonan ni saben de verdad quienes son por dentro.

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